jueves, 30 de diciembre de 2010

Última Noche.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos." El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche.Yo lo quise, y a veces él también me quiso. En las noches como esta lo tuve entre mis brazos. Lo besé tantas veces bajo el cielo infinito... Él me quiso, a veces yo también lo quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos... Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no lo tengo, sentir que lo he perdido. Oir la noche inmensa, más inmensa sin él. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarlo, la noche esta estrellada y él no está conmigo. Como para acercarlo, mi mirada lo busca. Eso es todo. A lo lejos alguien canta, a lo lejos. Mi alma no se contenta con haberlo perdido, mi corazón lo busca, y él no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Ya no lo quiero, es cierto, pero cuánto lo quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otra, será de otra. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no lo quiero, es cierto, pero tal vez lo quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como esta lo tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberlo perdido. Aunque este sea el ultimo dolor que él me causa, y estos sean los ultimos versos que yo le escribo.




Antes de poner en duda una sola de mis palabras, dime ¿cuándo te he mentido? Porque puedo equivocarme, pero no te engañaría. Puedo girar bastante más deprisa de lo que luego tardo en equilibrarme. Puedo maltratarlo todo aunque lo quiera. Y hay cuando no tengo nada y puedo con todo; y hay cuando no puedo con nada y, además, no lo quiero. Puedo escribir páginas y páginas de mentiras en primera persona que nada tengan que ver con mi ánimo, ni con el ánimo de mi carma, ni con nada de nada. Cada quilómetro a la espalda le resquebraja a cada uno de una manera distinta al espejo. Y yo sólo voy dejando aquí y allá pruebas inexactas de pensiero. Y hay veces que ni eso, te juro mi vida, que hay veces, que ni eso... Golpear y resbalar indistintamente piel a pared, moratones vitalicios sin memoria. Cada herida es un misterio en la resaca, y ¿qué quieres que te diga?, tampoco procuro entenderlo. Sentimientos. Entre abrazos te dices "Uy, que va, o bueno, puede que sí". Y al día siguiente a la distancia le soplas "Me salen chichones de pensarte, amor. Cómo dueles, y eso que pienso que no te quiero. Y eso que esta vez si que miraba por donde iba pisando". Porque el "se mira pero no se toca" equivale al "se siente pero no se entiende", en cuanto a tentación. Y a los sentimientos se la traemos bastante floja, te lo aseguro por experiencia, cuando yo no he sido nada más que eso, sentimiento. Desarraigarse. Mandarlo todo, maldita sea, por una vez al infierno. Ser uno mismo a riesgo de caer en picado y para siempre en el intento. Porque la vida sin peligro es como el mundo sin John Lennon; gris, manicomio, casi humo. Aquí me tienes, haciendo un cameo en tu vida. Soy sólo el delirio en ayunas de nuestras intenciones reflejadas en miradas así modernitas dentro de gafas de sol. Soy sólo eso, soy sólo una reacción. Estoy aquí de rebote. De mayor quiero ser instinto. Aquí me tienes con mi idilio de garrafón convertido en gas lacrimógeno. Estos son mis credenciales, te tomo prestada la mitad de tu pasado para derrochar innecesariamente cariño, porque es como yo, inútil pero bello. Idílicamente tú, idílicamente yo. Dime si el delirio no es una inmortalidad más a la que aferrarse con todos los cruces que quieras, si piensas pagar con intereses tus deudas, tus deudas tuyas. En el fondo mentimos como cosacos diciendo que en vez de evitar hundirnos, nos place la deriva. Y que va enserio eso de que, estamos locos y alegremente confundidos, y tenemos poquito más que la inseguridad. Pero, en fin, cada uno a su pedo.
Antes, mucho antes de jugar a querernos, me acuerdo de situaciones lumínicas escándalosamente aburridas. Antes de ponernos a hablar como si leyésemos todos los días los periódicos,  he de leer en tus cicatrices que ha habido cuando no sabías en qué día vivías, ni qué mundo era este de amenazas legales especializadas en alas y tú como si nada. Dime, ¿cómo de absurdo es preferir el amor a primera vista, a torpes, torpes intentos de soledad chamuscada? Ahora que nos las damos de genios y de ágiles y de que vamos serenos con eso de que nunca seremos las cenizas de no vernos. Si bailamos a las tres de la tarde como si fuesen de la mañana. ¿La conclusión? La epifanía de que si estoy, del verbo estar con mayúsculas, te quemas.
He aprendido a tompricones un montón de tonterías y a pescozones a besarte llorando que no estoy de sobredosis. He jugado a destroquelar tus opiniones invirtiendo su cromancia y a electrocutarte el peinado y a limarte arañazos. He jugado a jugar contigo y me has ganado. Y ha habido veces en las que no estaba jugando, pero jugaba a que no te dieses cuenta. He subido a lo más alto sólo porque luego la ostia iba a ser mayor. He dejado a gente estupenda por el camino y me empacha de indiferencia su recuerdo. Me he mojado cuando hizo falta mojarse, y ya, ni eso. He renegado del mundo hasta tal punto que, me cuesta volver aunque sea para unirme a luchar. Ser o no buena gente, así, tan buenagentemente dicho. Puede, en fin, qué sé yo. Puede que sea saber que te quieren y sentir que te lo mereces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario