sábado, 5 de febrero de 2011

Por si vuelves.

Se sienta en el bordillo de la ventana y mira como las gotas de lluvia golpean la ventana. Al igual que las gotas se deslizan por el cristal, las lágrimas corren veloces por sus mejillas. Sigue sin entenderlo. Solo una vela ilumina la habitación. Justo en ese momento pasan dos enamorados, tontean, se ríen se empujan. A ella le duele. Ve lo que un día otro alma pudo ver desde la ventana, a ellas, de igual manera. Y todavía le duele más. En ese momento, como si el destino quisiera heriarla todavía un poquito más, comienza a sonar esa canción, su canción, y su lágrimas simulan estar en una carrera y aumentan la velocidad. Se siente extraña. La última vez que miró por esa ventana un día de lluvia fue a su lado. Hacía frío y prefirieron quedarse en casa, disfrutando de una noche conjunta, disfrutando el uno del otro. Dejó de ver cristal y empezó a visualizar esa noche, era como una película, pero ésta había sido real y al mismo tiempo que la hacía sonreir la hacía llorar todavía más. Esa ventana era su lugar favorito desde niña. Nunca había querido compartirlo con nadie, pero pensó que quizá él merecía ver el mundo desde aquella ventanda.Desde que compartió esa ventana con él, ese sitio la derrumbamba. Ella sabía que no debía volver a sentarse allí por todos los recuerdos que le traía, pero era incapaz, a pesar de todo, seguía siendo su lugar favorito en toda la casa. Comenzaron a picarle los labios, una sensación rara y se dio cuenta lo que iba a ocurrir en la película que estaban viendo. Iban a darse aquel beso, ese que consiguió que aquel lugar duplicara, triplicara y multiplicara por mil su especialidad. Pero ahora él ya no estaba. Sabía que tarde o temprano debería darse cuenta que nunca volvería a poder compartirlo con él, pero era demasiado soñadora. Y no sólo por todo lo que había soñado tanto despierta como dormida con él, sino porque, a pesar de aquel desastroso final seguía pensando que quizá algún día, en un futuro puede que lejano o a lo mejor muy cercano, podrían volver a compartir otro momento como aquel. Fin de la película, y para ella fue como despertar aunque había tenido siempre los ojos abiertos. La calle estaba vacía, tan solo las gotas de agua ocupaban toda la avenida.Volvió a tener su mirada fija en aquellas gotas de agua, aquello la tranquilizaba. Pero algo distrajo su atención, algo estaba repiqueteando la ventana. Miró hacia la acera que quedaba justo debajo de su edificio. Había un chico, llevaba el mismo estilo que él, penso que era una mala pasada de su imaginación. Cuando se dio cuenta de que lo estaba mirando hizo gestos para que abriese la ventana. Dudo en segundo, y en el siguiente, la abrió. Empezó a mojarse con las gotas de lluvian, se enredaban en sus cabellos y se confundían con sus lágrimas. Sonrió, y ella también lo hizo.
-¿Puedo subir? Creo que.. me estoy mojando un poco.
-No.. No entiendo nada. ¿Qué más quieres de mi?
-Ahora mismo, que me dejes subir. Llevo toda la noche dando vueltas desde que comenzó a llover, y cada gota de agua me hablaba de ti. Iba sin rumbo y de repente, mírame. Estoy aquí. La lluvia me ha refresacado, y no solo la memoria sino también mi corazón...
-Sube, está abierto el portal, ya lo sabes...
Cerró la ventana, se arreglo un poco el pelo y se secó la cara con la manta. Sonó el timbre. Aparentemente no estaba nerviosa, pero por dentro se moría de poco a poco. Abrío la puerta y lo invito a pasar. Se quedaron de pie, mirándose el uno al otro. Quiso ir hacia la ventana pero lo detubo.
-No. No quiero que te sientes más ahí, no quiero más recuerdos tuyos, los que tengo ya me están matando.
-Escúchame cariño..
-No me llames cariño.
-Porfavor, he sido un tonto, un imbécil. He tirado lo nuestro por falta de valor, por ser un auténtico cobarde, te he hecho daño y es algo que me lleva matando estos casi dos meses. Al principio pensé que solo me dolía el no tener a alguien a mi lado. Pero me he dado cuenta que no, que lo que me duele es el no tenerte a ti. Que el miedo me ha hecho perder lo único que ha conseguido hacerme feliz. Pero veía como si todo se me fuese de las manos, como si aquello fuera a ser así de por vida, y yo.. yo no quería eso para nosotros. Estabamos caminando hacia un continuo precipicio, y tú siempre tenías una pequeña valla para salvarme. Me asusté,y  salté la valla sin darme cuenta de lo que dejaba atrás.
-No me mientas, no lo hagas más porque a mi esto me duele. Estoy cansada de que te rías de mi, de que sea un juego continuo en tu vida, de que no me valores, de que me apartes a un lado y que mientras tú eres lo primero yo para ti sea lo último, siempre la última opción. No necesito que me digas que vas a cambiar porque me quieres. Necesito que me lo demuestres. Que estés como siempre estubiste, que no me pongas de primera, pero que tampoco cosas secudarias vayan antes que yo. Necesito que día a día sepa que estás ahí. Que si estoy enferma te guste cuidarme aunque sea sin venir a verme, que me hagas sentir mejor.
Un silencio absoluto inundó la habitación. Cada uno en una esquina del sofá se miraban apenas sin pestañear. Rompió a llorar. Había escuchado lo que llevaba semanas esperando pero, sabía que eso iba a seguir cambiando.. El intento abrazarla, y le levantó su cara. Sus ojos volvieron a mirarse frente a frente, la estrecho entre sus brazos y le dio un beso en la frente. Ninguno de los dos sabía en que quedaría aquello, pero ahora mismo, estaban donde querían estar y con quién querían estar. Era un día de lluvia y frío helador, pero ahora ninguno de los dos estaba solo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario