lunes, 25 de marzo de 2013

Cartas sin dirección.

Sabía que iba a echarte de menos. Sabía que no sería fácil, que las lágrimas estarían a la orden del día y los sentimientos a flor de piel. Pero lo que no sabía es que ella volvería tan rápido a tu vida, no ha pasado una semana desde que me dijiste que por ella lo único que sentías era indiferencia, que la saludarías por educación, que ya no sentías. Menos de una semana y todo eso ya ha cambiado. Entiendo de sobra que los sentimientos no se pueden controlar, que yo lo intenté, y es como poner una barrera de arena a la orilla del mar, de repente, viene una ola y se la lleva.
No te odio, ni te guardo rencor, ni ha cambiado mi forma de verte, pero entiende tú que a mi me duela, que no pueda verla y menos después del dolor que te causó. Entiende que puedo hacerme la fuerte, decirte que me alegro, pero que sin que tú lo notes estaré llorando y maldiciendo una y mil veces esa
oferta que te hicieron y aceptaste.
¿Sabes lo que creo? Pues creo que si no te hubieses ido, si nunca hubiese existido esa oferta, si te hubieras quedado, las cosas serían diferentes. Ahora no pensarías en ella. No quiero decir que estuvieses pensando en mi, pero por lo menos no sería en ella. Por lo menos podríamos tratar de intentarlo con más ganas, y sabes que, por como soy, no pararía hasta conseguir quitarte esa coraza. Y bueno, aún así, creo que sabes incluso mejor que yo, que por muy lejos que estés siempre intentaré enamorarte y que te des cuenta, de que esta historia no tiene nada de fugaz, aunque de momento es lo único que sea.

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