domingo, 28 de noviembre de 2010

Líquidos como forma de vida

¿En qué momento tenemos realmente las cosas claras? Cuál es ese segundo que dice "Sí, ahora están como tienen que estar" o "Tiene que ser así, no hay otra opción". Pues bien, voy a ahorrar la búsqueda de una respuesta que no existe, al igual que ese segundo. Porque puede ser que en un momento las tengas claras, pero quizá al siguiente esa claridad desaparezca cual conejo que se mete en un sombrero. Es como un vaso de agua, pero no limpia y cristalina, de la otra, de la que tiene algún que otro poso. Cuando dejemos quieto ese vaso, los posos tocarán fondo, quedando la inmensa mayoría del vaso sin ellos. Pero una vez volvamos a agitarlo, volveremos a tener toda ese agua con los residuos. Nuestra vida, nuestro raciocinio, todo lo que somos, es como ese vaso, somos ese vaso  y debemos saber en que zonas apoyarnos y en cuales no, porque las turbulencias llegan en cualquier momento. Por eso, nunca me ha gustado el agua, soy más de cerveza, de llegar desde el principio al final y no de quedarme estancada. La espuma de la cerveza, comienza arriba de todo, y acaba por llegar al fondo. Recorre la botella entera una y otra vez, pero no le importa, sabe que tarde o temprano conseguirá poder llegar a ese final, a ese momento en que su vida esté clara, aunque sea dentro de una habitación verde y no le quede demasiado tiempo.
 
   








                                                         Huimos, pero, ¿de qué lo estamos haciendo?

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