domingo, 5 de diciembre de 2010

Adivina de que hablo

No levantamos un metro del suelo y ya lo buscamos. En cuanto podemos ya estamos en su busca y captura. Con el paso de los años vamos pudiendo capturarlo de a poquitos y también lo vamos conociendo. Vamos sabiendo que si se escapa, duele; y que cuando lo tenemos llegamos a rebentar termómetros de felicidad. Y nunca sabes si realmente has llegado al final y lo has encontrado o si solo es una pieza del puzzle. De ese puzzle que es el camino hacia nuestro verdadero deseo de encontrarlo. Una pieza nueva para colocar, una pieza que seguramente nos haya dado un 50% de sonrisas y el otro de lágrimas. Unos lo encontraremos antes, y otros lo encontrarán después. Puedes encontrarlo a los dieciseis y que dure toda la vida, o puedes pasarte toda una vida buscándolo para que acabe apareciendo a los setenta y nueve, o que simplemente, nunca aparezca. ¿Todavía no sabes de lo que hable? Hablo del amor verdadero. De ese amor que dura, hablo del amor que pintan las películas, los libros, los cuentos de hadas y las baladas. Hablo de ese amor que de vez en cuando tenemos la suerte de encontrar, y de sentir. Sentirlo desde ese momento hasta el final. Y esa sensación, es la mejor.
Yo no sé si el es sólo una pieza más de mi puzzle y yo una más del suyo. O si quizá seamos nuestras piezas finales, realmente es algo que solo el tiempo me podrá decir. Pero a mi, no me importaría poner un punto y final a ese camino con él. Como siempre, lo bueno, está al final del camino. Y si el fuera mi final, estaría encantada de haber recibido un regalo tan grande.

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