sábado, 4 de mayo de 2013

Contrapunto.

Hay días en los que despiertas, abres tus ojos internos, y te das cuenta de que para que las cosas cambien, necesitas que algo cambie dentro de ti. Necesitas que algo contrarreste ese querer, que algo sea lo suficientemente duro como para que puedas despegarlo de ti aunque sea un poquito. Pero es inútil, incluso lo que más dolor te causa, no duele tanto como para poder contrarrestar tanto cariño, tanto amor, tanto sentimiento... Y tratas de hacer que duela con más fuerzas, hasta que las lágrimas te inundan, hasta que te desbordas y quieres reventar y sientes que estás segura de que ya no puedes más. Es ahí cuando respiras hondo, vuelve a pensar lo que pensaste en un principio, y te das cuenta de que algo, aunque por mínimo que sea, si que ha cambiado. Has conseguido que algo te duela, has conseguido la vía de escape para desahogarte, pero lo que no has conseguido es dejarlo de querer aunque fuese un poquito de nada... Si lo piensas, quizás hasta todo lo contrario. Cada foto era como un balazo, pero sigues sin rendirte. Las balas nunca pudieron contigo, siempre permaneciste en pie mientras una a una te desmontaban, y ahí sigues, como el primer día. Inmóvil, sonriente, con ganas.

miércoles, 24 de abril de 2013

Ven

Los días, las horas, el tiempo, las noches sin él siguen aumentando al igual que las lágrimas por tus mejillas. Ya no sabes ni por qué lloras, pero lo haces cada día. Llega un momento que no entiendes por qué, pero empiezan a rodar por tu cara hasta llegar a tus labios y las notas saladas. Echabas de menos el mar, ahora tienes uno propio cada día, un mar salado, repleto de recuerdos y de canciones, de momentos a su lado, de sonrisas que no sabes si volverás a ver, de abrazos que fueron tuyos y cada vez sientes menos, de besos que  podrían haber parado el mundo, de caricias que erizaban tu piel, de noches en vela a su lado, noches que no sabes si podrás volver a pasar. Y te das cuenta de que tú no decides nada, ni siquiera cuando llorar y cuando no, que tú cuerpo es quien lo hace, quien no te deja dormir por las noches preocupada por qué le pasa o cómo está. Secas tu cara, pero a penas sirve de algo, a los dos segundos vuelve a estar empapada, tus ojos vuelven a estar verdes a rabiar y sientes que tu cabeza está a punto de explotar. Crees que no sabes que es lo que necesites para que las lágrimas cesen, pero lo sabes más que de sobra. No necesitas que nadie te lo diga, ni pensarlo más...Sabes lo que necesitas y no lo tienes. Necesitas SU abrazo, notar como te haces pequeña entre sus brazos y como eso te relaja hasta tal punto que llega incluso a cortarte la respiración, te sientes tan protegida que estás segura de que si pasase algo fuera, en el radio de vuestro abrazo todo permanecería totalmente intacto. Eso es lo que tienen sus abrazos, que tranquilizan y reconfortan, que consiguen que te olvides del mundo, de todo lo malo, de la hora y del día y solo piensas en qué ese abrazo es el mejor que te han dado en tu vida, y que nadie nunca podrá dártelos como él lo hace. Además, a ti te encanta pegar la nariz a su cuello cuando te abraza, captas su olor el suaves pero profundas respiraciones, como si eso hiciese que una pequeña parte de él fuese a quedarse contigo para siempre, y en parte es así, su olor te acompaña siempre. Pero no necesites que te acompañe, necesitas que impregne con él las sábanas de tu cama, que de tanto tocarlo hasta tus manos conserven su olor. Lo necesitas a él a tu lado, y no te importa cuando tengas que esperar por ese abrazo, porque cuando lo tengas de nuevo, no habrá una persona que pueda ser más feliz. A veces, la felicidad es tan simple como abrir los brazos y estrechar a la otra persona como si fuese el fin del mundo.

lunes, 8 de abril de 2013

Nadie como Tú.

Llega un día en el que lo tienes todo claro. Él consigue que las tengas claras. Que sepas lo que quieres y cuando lo quieres. Y sabes que lo que quieres es tenerlo a tu lado. Sentir su respiración en tu cuello. Despertarte y que sea lo primero que vean tus ojos y busquen tus manos. Irte a dormir con su pecho como almohada o el tuyo como la suya. Prepararle el desayuno, la comida, la merienda y la cena, y hacerlo porque te encanta cocinar para él. Poder llenarlo de besos a cada segundo. Hacer de las duchas una lluvia de besos, abrazos, caricias y de vez en cuando también de orgasmos. Que él consiga hacerte sentir especial y que tú sólo puedas tratarlo como se merece, de una forma única y especial, porque eso es lo que él es. Sentir que con él, cualquier esquina de la casa es más que eso, porque en todas y cada una de ellas lo has besado y eso te pone la piel de gallina, y te encanta. Que la cama con él se vuelve un lugar en el que el amor, los mimos, los abrazos, el cariño, las caricias, las sonrisas y la magia está a la orden del día, y donde las lágrimas solo existen si son de felicidad. Porque aún no entiendes como tuviste aquel día esa maldita suerte y él se cruzó en tu camino, dándole un giro completo, dándole sentido, haciéndote sentir cosas que nunca antes habías sentido. Como sentir que es que te hagan el amor, y te encanta, te encanta que sea él quien te lo enseñó, que el te haya hecho sentir esa maravillosa sensación y que consigue que te mueras por volverlo a sentir, pero no con cualquiera, sino con él. Te mueres por sentir el roce de su piel, de sus labios, que sus ojos se te claven como dulces espinan y consiga que te tiemblen las piernas al hacerlo. Te mueres por escuchar su voz a tu lado, susurrándote muy suave, poniéndote los pelos de punta con cada movimiento y cada palabra. 
Y un día te despiertas con su olor en tu cama y te das cuenta que no quieres echarlo más de menos, que no quieres más sólo su olor en tu cama, sino que lo quieres a él en ella, quieres que su olor vaya acompañado de su cuerpo y que si hueles a él sea porque despiertas con él. Porque podrías reconocer su perfume a kilómetros porque lo tienes gravado y a veces, notas como si estuviera en el aire, y respiras muy despacio, para que no se acabe, y suspiras porque te encantaría saber que huele a él porque estuvo allí, pero, no es así. Es tu subconsciente, que lo echa casi tanto de menos como tú que hace que te huela a él, pero no huele a nada, pero su olor está en ti, guardado en la caja fuerte junto con todos sus recuerdos, con todos los besos que te ha dado, con todas y cada una de las sonrisas que le provocaste, con esas miradas que te matan, con sus abrazos que son tu único refugio, con cada vez que te acarició la cara y te hizo estremecer... Y no quieres nada más, que que pasen los días, y vuelvas a tenerlo ahí, pero mientras buscarás la forma de aprender a parar el tiempo para que cuando lo tengas contigo, vaya muy despacio y él permanezca siempre a tu lado, porque sabes, que cuando se va de tu lado, la casa se te cae encima, pero eso solo significa una cosa, lo quieres. Lo quieres como hacía mucho que no querías a nadie, y no hay nada que te haga sentir mejor que que haya sido él quien lo haya conseguido.

jueves, 28 de marzo de 2013

Cuestión de prioridades.

Aparecerás de repente, con cualquier frase que empieza o termine por "cari" o por "amor". Y yo como una idiota diré que no pasa nada. Y sí que pasa, claro que pasa. Pasa que en una semana nuestras vidas han cambiado. Y no molestan los cambios, lo que duele es que escuché "esto siempre será así" y ni una semana hemos durado con las cosas como siempre. ¿Qué pasa? Yo ya sé que hay prioridades, que ella te tira, pero... te lo advertí y preferiste vendarme los ojos y endulzar mis oídos con palabras bonitas que se convertían en mariposas en total esplendor en mi cabeza. Y cuando me tapé los oídos, me agarraste fuerte las manos, tus labios rozaron mi oído y susurraron lo más dulce, palabras sinceras, palabras de compra-venta.
¿Sabes? Hoy dijiste que querías mandarlo todo a la mierda, que estabas harto, agobiado de todo y de todos. Pues bien, creo que nos hemos cambiado los papeles. Creo que si fuese capaz, lo haría. Desaparecería, sin decirte nada, solo para saber si me echarías de menos, si estarías preocupado. Una semana sin saber de mi, sería suficiente tu reacción para entender cuánto te importo. No soy capaz, pero si lo fuese, lo haría... Te juro que lo haría. Pero no puedo, no aguanto una semana sin ti, sin que me hagas reír o llorar, sin que me mates de celos o me hagas rabiar cada dos por tres, sin cerrar los ojos cuando hablamos y sentir que estás a mi lado, con tu barba que rasca apoyado sobre mi hombro y tus manos jugando con mi ombligo a encontrarse. Te echo de menos, pero creo que hay cosas que serán así siempre.

lunes, 25 de marzo de 2013

Cartas sin dirección.

Sabía que iba a echarte de menos. Sabía que no sería fácil, que las lágrimas estarían a la orden del día y los sentimientos a flor de piel. Pero lo que no sabía es que ella volvería tan rápido a tu vida, no ha pasado una semana desde que me dijiste que por ella lo único que sentías era indiferencia, que la saludarías por educación, que ya no sentías. Menos de una semana y todo eso ya ha cambiado. Entiendo de sobra que los sentimientos no se pueden controlar, que yo lo intenté, y es como poner una barrera de arena a la orilla del mar, de repente, viene una ola y se la lleva.
No te odio, ni te guardo rencor, ni ha cambiado mi forma de verte, pero entiende tú que a mi me duela, que no pueda verla y menos después del dolor que te causó. Entiende que puedo hacerme la fuerte, decirte que me alegro, pero que sin que tú lo notes estaré llorando y maldiciendo una y mil veces esa
oferta que te hicieron y aceptaste.
¿Sabes lo que creo? Pues creo que si no te hubieses ido, si nunca hubiese existido esa oferta, si te hubieras quedado, las cosas serían diferentes. Ahora no pensarías en ella. No quiero decir que estuvieses pensando en mi, pero por lo menos no sería en ella. Por lo menos podríamos tratar de intentarlo con más ganas, y sabes que, por como soy, no pararía hasta conseguir quitarte esa coraza. Y bueno, aún así, creo que sabes incluso mejor que yo, que por muy lejos que estés siempre intentaré enamorarte y que te des cuenta, de que esta historia no tiene nada de fugaz, aunque de momento es lo único que sea.

domingo, 20 de enero de 2013

Apuestas. Arriesgar. Ganar o Perder.

Si no es por una "Ella" del pasado es por una del futuro. Si no es ahora será luego. ¿Cuándo me toca? ¿Cuándo seré yo ese "Ella" con el cuál otras chicas se preocuparán? ¿Cuándo? Porque yo no puedo pasarme la vida preocupándome, temiendo porque ella vuelva a tu vida y yo desaparezca instantáneamente  porque así no se puede ser feliz... Hoy, tengo tantas cosas por decirte.. Realmente no sé cuanto podré seguir callando, pero creo y espero que no mucho más porque si no, tarde o temprano acabaré por crear una explosión de sentimientos, por gritar todo cuanto callo...No soporto que le hables, ¿sabes? Me desquicia saber que la tienes al otro lado del móvil haciéndola sonreír como a mi, no puedo, me supera. Y cada vez que miras el móvil estando conmigo y sonríes tengo miedo, se me para el mundo, tengo miedo de que ella aún provoque ese efecto en ti, tengo miedo de que sólo ella sepa hacerte sonreír así, de que sólo sea ella por quién te levantas cada día... Y odio cuando lo haces, no debería importarte quien te escribe y quien no, y sin embargo te importa. Quizá porque realmente quieres que sea ella, que esperas una señal, que esperas algo que te haga cambiar de opinión o evite que cometas un error, quizá un mensaje puntual como el otro día. Ella siempre tan puntual, no podía quedarse en su sitio llamado pasado, no, tenía que aparecer en ese preciso momento, tenía que hacernos discutir, tenía que recordarme cuánto la sigues queriendo...Supongo que la culpa de todo esto es mía, que insisto demasiado, que juego, arriesgo y apuesto todo cuanto tengo, como si fuera una partida de póker. Exacto, esa es la comparación perfecta. Lo "nuestro" es una partida de póker, una partida de tres jugadores, dos juegan juntos y un tercero juega solo. Pues bien pongamos que uno de los dos que juegan juntos, tiene un palpito, sabe que tiene la mano de su vida y que la otra no podrá hacer nada, y decide apostarlo todo sin consultar. (¿Me sigues no?) Es la apuesta de su vida, es un todo o nada, y una vez hecha tiene dudas, pero ya no puede echarse hacia atrás. Sabes cuánto tiempo lleva ganando, pero aún así, no has tenido miedo, en la última partida termino retirándose, igual, ha dejado de tener esa suerte... Entonces, te mira entre risas, te pone nervioso y te refuerza esas dudas que tenías. Y entonces, dejas de tener tan claro que haya sido la apuesta de tu vida. Y te preguntarás qué fue lo que pasó ¿no? Pues eso es lo que te toca decidir a ti, quién quieres que gane esa mano... Quién decidió apostarlo todo, o quién ya se ha retirado una vez.Espero que lo hayas entendido, si no, si no lo tienes claro, me llamas, pero hazlo sólo para decirme que te quedas con quién todo lo apuesta, si no, estás perdiendo tu tiempo haciéndome perderlo a mi.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Nebur.

Un sábado normal y corriente, recién levantada, cuando tu belleza no está resaltada con ningún tipo de colorete ni sombra de color, cuando el sueño es tu único maquillaje, justo es ese el momento en que alguien se fija en ti. Y no sabes como, de repente, está ahí, contigo. Discutiendo por a quién le toca poner la música, por quién tiene demasiado nórdico y haciendo guerra de almohadas y cosquillas. Despertando en medio de la noche con él abrazado a ti, y recorrer sus manos, suspirar y volver a quedarte dormida, felizmente dormida. Porque no existe persona sobre la tierra a la que no le guste que la mimen, que no le guste sentir el calor de otros labios, a quien no le guste sentir que hay alguien solo por ti, que está ahí porque estás tú y no otra de esos cientos de millones de personas del mundo, tú eres la razón de su estar ahí. Y aunque trates de pensarlo fríamente, de separarlo de lo personal, hay veces que aunque quieras no puedes. Puedes no llevarlo al rincón del amor, porque sabes que eso no es lo que existe, pero se queda por ahí danzando entre amigo, lo especial y el cariño, rebotando de una en otra y creándose su pequeño huequecito. Mientras tanto, mientras sabes que se está formando algo que no tiene descripción, recuerdas una y otra vez que os dormisteis acurrucados cada uno hacia su lado y que os despertasteis acurrucados el uno en el otro.